viernes, 2 de diciembre de 2011

Primero Fue Eva. Todos Fuimos Mujeres En El Principio

Según la neuropsiquiatra norteamericana Louann Brizendine, fundadora y directora de la Clínica Hormonal de las Mujeres, de la Universidad de San Francisco, todos empezamos como fetos con un cerebro femenino, pero a las ocho semanas los incipientes testículos lanzan una descarga de testosterona y las conexiones cambian. Ya no existe el cerebro unisex. Luego, entre los 9 y los 15 años, los chicos multiplican su testosterona por 25 y el resto de la vida viven esclavizados por ella. Las niñas tienen desde la más tierna infancia una mayor habilidad para detectar la expresión de las emociones, mantener y proteger sus relaciones y evitar los conflictos. Luego llega la adolescencia, con oleadas de estrógenos, y surge el impulso sexual de atraer a los hombres. Pero cuando ella necesita gustar, él lo que busca a esa edad es ser respetado en la jerarquía masculina…». 
(Rosa Mª. Tristan: La testosterona forja la sexualidad en el cerebro (11-11-2004), y Claves hormonales del cerebro femenino (26-2-2007): elmundo.es/ ciencia).

Las dos estructuras cerebrales que hoy se conocen con caracteres propios de hombre o de mujer son el cuerpo calloso y el hipotálamo. El cuerpo calloso es el conjunto de fibras nerviosas que comunican los dos hemisferios cerebrales entre sí. El cerebro trabaja como una globalidad indisociable, los dos hemisferios se influyen constantemente, transmitiendo la información entre uno y otro para conseguir un conocimiento de conjunto.

Hay cierta especialización de cada uno de los hemisferios, así el hemisferio derecho tiene mayor capacidad para las emociones, la creatividad artística y musical, mientras que el hemisferio izquierdo tiene el protagonismo de la fluidez verbal y las capacidades analíticas. El cuerpo calloso interrelaciona las capacidades de cada hemisferio a fin de conseguir la más completa personalidad del individuo. 

Hay una cierta variabilidad entre mujeres y varones en lo que se refiere a las peculiaridades de los hemisferios cerebrales. Las mujeres, en general, tienen mayor facilidad y fluidez verbal, de forma que incluso se recuperan mejor cuando una lesión cerebral poco grave les afecta el lenguaje. La lateralización lingüística no es tan completa como en los varones, por ello tienen mayores recursos verbales, y son más eficaces en la mediación verbal frente a un conflicto o en la transmisión cultural a través del lenguaje. En cambio, los varones tienen mayor facilidad para la orientación y destreza visual-espacial. Probablemente estas afinidades contribuyeron, junto con otras, a que los varones desarrollaran actividades relacionadas con la exploración y la caza. 

Estas variaciones entre hembras y varones se modifican cuando se perturban las influencias hormonales en el periodo embrionario. En caso de que la madre presente una alteración hormonal, puede provocar que el embrión desarrolle una estructura cerebral no acorde con su sexo genético. (José Enrique Campillo Álvarez: La cadera de Eva).

Recientemente, y como colofón a lo anterior, he visto recientemente en un documental de la televisión, que el médico de la Selección Suiza de Esquí Olímpico analiza a sus integrantes midiendo la longitud de los dedos anular e índice, pues sostiene que la mayor longitud del anular por sobre el índice es signo de haber estado expuesto durante el estado embrionario a mayores cantidades de testosterona, y por lo tanto se adquirieron mejores habilidades para el deporte. Esto es aplicable tanto para hombres como para mujeres. 

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