domingo, 24 de noviembre de 2013

¿Qué Debe Saber Un Niño?

Hace poco, en un foro sobre la educación de los hijos, leí una entrada de una madre preocupada porque sus hijos, de cuatro años y año y medio, no sabían lo suficiente. "¿Qué debe saber un niño de cuatro años?", preguntaba.
Las respuestas que leí no solo me entristecieron sino que me irritaron. Una madre indicaba una lista de todas las cosas que sabía su hijo. Contar hasta 100, los planetas, escribir su nombre y apellido, y así sucesivamente. Otras presumían de que sus hijos sabían muchas más cosas, incluso los de tres años. Algunas incluían enlaces a páginas con listas de lo que debe saber un niño a cada edad. Solo unas pocas decían que cada niño se desarrolla a su propio ritmo y que no hay que preocuparse.
Me molestó mucho que la respuesta de esas mujeres a una madre angustiada fuera añadirle más preocupación, con listas de todo lo que sabían hacer sus hijos y los de ella no. Somos una cultura tan competitiva que hasta nuestros niños en edad preescolar se han convertido en trofeos de los que presumir. La infancia no debe ser una carrera.
Por todo ello, he decidido proponer mi lista de lo que debe saber un niño (o una niña) de cuatro años:
  1. Debe saber que la quieren por completo, incondicionalmente y en todo momento
  2. Debe saber que está a salvo y debe saber cómo mantenerse a salvo en lugares públicos, con otra gente y en distintas situaciones. Debe saber que tiene que fiarse de su instinto cuando conozca a alguien y que nunca tiene que hacer algo que no le parezca apropiado, se lo pida quien se lo pida. Debe conocer sus derechos y que su familia siempre le va a apoyar.
  3. Debe saber reír, hacer el tonto, ser gamberro y utilizar su imaginación. Debe saber que nunca pasa nada por pintar el cielo de color naranja o dibujar gatos con seis patas.
  4. Debe saber lo que le gusta y tener la seguridad de que se le va a dejar dedicarse a ello. Si no le apetece nada aprender los números, sus padres tienen que darse cuenta de que ya los aprenderá, casi sin querer, y dejar que en cambio se dedique a las naves espaciales, los dinosaurios, a dibujar o a jugar en el barro.
  5. Debe saber que el mundo es mágico y ella también. Debe saber que es fantástica, lista, creativa, compasiva y maravillosa. Debe saber que pasar el día al aire libre haciendo collares de flores, pasteles de barro y casitas de cuentos de hadas es tan importante como practicar la fonética. Mejor dicho, mucho más.
Pero más importante es lo que deben saber los padres:
  1. Que cada niño aprende a andar, hablar, leer y hacer cálculos a su propio ritmo, y que eso no influye en absoluto en cómo de bien ande, hable, lea o haga cálculos después.
  2. Que el factor que más influye en el buen rendimiento académico y las buenas notas en el futuro es que leer a los niños de pequeños. No las fichas, ni los manuales, ni las guarderías elegantes, ni los juguetes y ordenadores más rutilantes, sino que mamá o papá dediquen un rato cada día o cada noche (o ambos) a sentarse a leerles buenos libros.
  3. Que ser el niño más listo o más estudioso de la clase nunca ha significado ser el más feliz. Estamos tan obsesionados por tratar de dar a nuestros hijos todas las "ventajas" que lo que les estamos dando son unas vidas tan pluriempleadas y llenas de tensión como las nuestras. Una de las mejores cosas que podemos ofrecer a nuestros hijos es una niñez sencilla y despreocupada.
  4. Que nuestros niños merecen vivir rodeados de libros, naturaleza, utensilios artísticos y la libertad para explorarlos. La mayoría de nosotros podríamos deshacernos del 90% de los juguetes de nuestros hijos y no los echarían de menos, pero algunos son importantes: juguetes como los LEGO y las construcciones, juguetes creativos como los materiales artísticos de todo tipo (buenos), los instrumentos musicales (tanto clásicos como multiculturales), disfraces, y libros y más libros (cosas, por cierto, que muchas veces se pueden conseguir muy baratas en tiendas de segunda mano). Necesitan libertad para explorar con estas y otras cosas, para jugar con montoncitos de alubias secas en el taburete (supervisados, por supuesto), amasar pan y ponerlo todo perdido, usar pintura, plastilina y purpurina en la mesa de la cocina mientras hacemos la cena aunque lo salpiquen todo, tener un rincón en el jardín en que puedan arrancar la hierba y hacer un cajón de barro.
  5. Que nuestros hijos necesitan tenernos más. Hemos aprendido tan bien eso de que necesitamos cuidar de nosotros mismos que algunos lo usamos como excusa para que otros cuiden de nuestros hijos. Claro que todos necesitamos tiempo para un baño tranquilo, ver a los amigos, un rato para despejar la cabeza y, de vez en cuando, algo de vida aparte de los hijos. Pero vivimos en una época en la que las revistas para padres recomiendan que tratemos de dedicar 10 minutos diarios a cada hijo y prever un sábado al mes dedicado a la familia. ¡Qué horror! Nuestros hijos necesitan la Nintendo, los ordenadores, las actividades extraescolares, las clases de ballet, los grupos organizados para jugar y los entrenamientos de fútbol mucho menos de lo que nos necesitan a NOSOTROS. Necesitan a unos padres que se sienten a escuchar su relato de lo que han hecho durante el día, unas madres que se sienten a hacer manualidades con ellos, padres y madres que les lean cuentos y hagan tonterías con ellos. Necesitan que demos paseos con ellos en las noches de primavera sin importarnos que el pequeñajo vaya a 150 metros por hora. Tienen derecho a ayudarnos a hacer la cena aunque tardemos el doble y trabajemos el doble. Tienen derecho a saber que para nosotros son una prioridad y que nos encanta verdaderamente estar con ellos.
Y volviendo a esas listas de lo que saben los niños de cuatro años...
Sé que es natural comparar a nuestros hijos con otros niños y querer asegurarnos de que estamos haciendo todo lo posible por ellos. He aquí una lista de lo que se suele enseñar a los niños de esa edad y lo que deberían saber al acabar cada curso escolar, a partir del preescolar.
Como nosotros estamos educando a nuestros hijos en casa, yo suelo imprimir esas listas para comprobar si hay algo que falte de forma llamativa en lo que están aprendiendo. Hasta ahora no ha sucedido, pero a veces obtengo ideas sobre posibles temas para juegos o libros que sacar de la biblioteca pública. Tanto si los niños van al colegio como si no, las listas pueden ser útiles para ver lo que otros están aprendiendo, y pueden ayudar a tranquilizarnos sabiendo que van muy bien.
Si existen aspectos en los que parece que un niño está por detrás, hay que darse cuenta que eso no indica ningún fracaso, ni del niño ni de sus padres. Simplemente, es una laguna. Los niños aprenden lo que tienen alrededor, y la idea de que todos deben saber esas 15 cosas a una edad concreta es una tontería. Aun así, si queremos que las aprenda, lo que tenemos que hacer es introducirlas en la vida normal, jugar con ellas, y las absorberá de manera natural. Si contamos hasta 60 cuando estamos haciendo la masa de un bizcocho, aprenderá a contar. Podemos sacar de la biblioteca libros divertidos sobre el espacio o el abecedario. Experimentar con todo, desde la nieve hasta los colores de los alimentos. Todo irá entrando con más naturalidad, más diversión y muchas menos presiones.
Sin embargo, mi consejo favorito sobre los niños pequeños es el que aparece en esta página. 
¿Qué necesita un niño de cuatro años?

Mucho menos de lo que pensamos, y mucho más.

domingo, 27 de octubre de 2013

¿Es Bueno Combinar Paracetamol E Ibuprofeno Para Combatir La Fiebre?

La administración a los niños de paracetamol e ibuprofeno de forma combinada para bajarles la fiebre es una práctica extendida entre los padres. La popularización de este tratamiento responde a la creencia errónea de que es más eficaz y reduce los efectos secundarios de los analgésicos o antipiréticos en los menores, como defendían hasta hace pocos años la mayoría de pediatras. Sin embargo, los estudios médicos realizados hasta ahora no han encontrado ninguna evidencia científica que avale estas tesis.
La última investigación sobre los tratamientos combinados de ibuprofeno y paracetamol, llevada a cabo conjuntamente por los departamentos de farmacología de las universidades de Arkansas y Kentucky, ha arrojado conclusiones aún peores. No solamente carecen de eficacia, sino que “agravan la fiebre y empeoran la gripe”, incluso en solución para niños.
En el estudio publicado en la revista de la American Academy of Pediatrics también se documenta una encuesta con resultados poco esperanzadores: la mitad de los padres objeto de estudio suministraban dosis demasiado elevadas de estos analgésicos, que se pueden adquirir sin receta médica y a los que se acude aunque el niño sólo tenga unas pocas décimas de fiebre. En este caso se multiplica el riesgo de sufrir patologías cardiacas o asma, mientras que puede provocar daños al hígado y a los riñones.
La fiebre como anticuerpo
La propia Asociación Española de Pediatría ha alertado sobre los riesgos que implica la medicación excesiva para la salud los niños. Asimismo, el pasado mes de junio se publicó en The Lancet un voluminoso metaestudio, financiado por el Consejo de Investigación Médica del Reino Unido, en cuyasconclusiones se advertía que la medicación excesiva de ibuprofeno eleva al tres por mil el riesgo de sufrir un infarto.
Cuando se trata sólo de unas pocas décimas por encima de la temperatura corporal normal, la fiebre juega un papel de anticuerpo contra las infecciones, por lo que intentar eliminarla con fármacos podría empeorar la enfermedad del niño. Los autores de la investigación concluyen que sólo se debe administrar un analgésico para evitar riesgos y mejorar la eficacia del tratamiento, en lugar de combinarlos como popularmente se hace.
La fiebre es un mecanismo fisiológico de defensa que puede tener efectos beneficiosos contra las infecciones
“Los pediatras deben hacer pedagogía con los padres para que entiendan que la fiebre, cuando no es muy alta, no es mala por sí misma si el niño está sano. No se trata de una enfermedad, sino de un mecanismo fisiológico de defensa que tiene beneficiosos efectos a la hora de combatir las infecciones”, sentencia los autores en las conclusiones del estudio.

Existen distintas marcas en el mercado indicadas a diferentes grupos de edad, como es el caso de Dalsy, lo que incrementa el margen de error en los padres que deciden automedicar a sus hijos, pues las dosis máximas varían. Como ocurre con la mayoría de fármacos, la mejor opción es consultar al médico antes de consumirlos.
Tratamientos alternativos
El consumo de analgésicos en los países industrializados sigue aumentando de forma “excesiva”, como ya han alertado varios informes de la ONU en los últimos años. La OMS también ha advertido sobre la necesidad de reducir su prescripción a casos en los que sólo sean absolutamente necesarios y recomienda buscar tratamientos alternativos cuando sea posible. Especialmente, si existen antecedentes familiares o si el paciente presenta otros factores de riesgo, como la presión arterial alta o colesterol elevado.
Para elegir de la manera más adecuada posible los analgésicos, los expertos ofrecen dos consejos claves a tener en cuenta por los consumidores. El primero es que las personas con dolores crónicos, que no puedan dejar de tomar calmantes, reduzcan la dosis lo máximo posible así como la duración del tratamiento. El segundo consejo es que, en caso de contar otros factores de riesgo asociados a las enfermedades cardiovasculares (fumar, presión arterial alta o colesterol elevado) se pida una evaluación médica para determinar los riesgos del consumo de este tipo de fármacos en base al historial clínico personal y familiar.

sábado, 24 de agosto de 2013

Bebés Y Niños: Contener La Respiración Y Fiebre Convulsiva

Contener la respiración

Tipos:
1-      Ataque cianótico: estos ataques aterrorizan a los padres pero raramente dañan al niño. Comúnmente se dan entre las edades de 18 meses y los 4 años, pueden aparecen antes del año en niños con comportamiento muy negativo. Se da cuando el niño realiza una actividad primordial para él que se ve cortada por lo padres.
Allí es cuando decide que contener la respiración es mejor represalia que una pataleta normal. Entonces el niño grita profundamente tres veces, siendo el último el más extenso llegando al punto en el que los pulmones se vacían completamente de aire. Los padres quedan a la espera de la siguiente respiración pero no ocurre. Durante los siguientes 15 segundos el niño voluntariamente contiene la respiración, lo que inevitablemente lo pone azul y causa desmayo. Una vez inconsciente, el niño pierde el control voluntario de la respiración, el cuerpo de reinicia y la respiración vuelve. El estado consciente vuelve en 15 segundos. Muy raramente termina este episodio en convulsiones.
Qué hacer? Los padres deben tener seguridad de que no es otro tipo de problema médico. Para parar este comportamiento lo mejor es tratarlo como cualquier otra pataleta, debe ser totalmente ignorado, puesto que hacer mucha alharaca del mismo solo contribuye a que se repita. Hay que tratar de demostrar que se le ignora, controlarle mientras está inconsciente y no bien comienza a volver en sí, desaparecer de su vista. El niño volverá en sí y buscará a su audiencia, dándose cuenta de la pérdida de tiempo ya que todos se han ido. Este comportamiento es muy raro verlo más allá de los 4 años.

2-      Ataque pálido, desmayo: los niños que los sufren son niños muy sensibles al dolor o al miedo, y cualquiera de estos dos puede desencadenar un ataque. De adulto serán aquellos q teman una hipodérmica o muestra de sangre. Un niño de dos años camina bajo una mesa y se golpea la cabeza, no llorará sino que se desmayará automáticamente. Su pulso caerá dramáticamente y se verá muy pálido. La recuperación es muy rápida, es el equivalente al desmayo en los adultos.
Qué hacer? El mismo tratamiento que en el desmayo en adultos. Asegurar la posición del niño sobre suelo plano, de espaldas o de lado, y que su respiración no está siendo obstruida. Una vez en horizontal el fluir normal de la sangre se restituye hacia el cerebro y nada mas debe hacerse. Para ayudar puede elevarse los pies.

Ataque febril o fiebre convulsiva
En algunos niños el cerebro en desarrollo parece ser muy sensible a los incrementos de temperatura. Esto les puede ocasionar ataques ante un aumento de la temperatura. Estos ataques son más comunes entre las edad de 6 meses y 3 años, y muy raramente ocurren pasados los 5 años. 4% de los niños en estas edades tendrán un ataque de estos.
El ataque puede sobrevenir rápidamente. Algunos niños apenas se encuentran un poco mal y no dan señal alguna de lo que va a suceder. El niño repentinamente se pone rígido, se le dan vuelta los ojos y la respiración se torna laboriosa. Luego comienzan a temblar o sacudirse. Luego se relajará su cuerpo y se sentirá confuso y aturdido. Pasado este episodio se dormirán profundamente y se despertarán totalmente recuperados. Normalmente estos ataques no suelen superar los 5 minutos.

Tratamiento: si el niño tiene temperatura elevada debe tratar de bajarse para prevenir convulsiones. Si tiene un ataque debe apoyarse al niño gentilmente sobre el suelo liso y de lado para prevenir ahogamiento. No entrar en pánico. Este ataque no daña al niño solo los nervios de sus padres. Quédate con él en vez de salir corriendo a por ayuda. No introduzcas cucharas u otros objetos en su boca. Su problema de respiración no se debe a ahogo. Luego del primer ataque debe visitarse al pediatra para obtener un plan de ataque ante aumentos de la temperatura. Estos ataques no seguirán toda su vida, pero un niño que los ha sufrido es más propenso a repetirlos. Si el ataque no finaliza en 5 minutos debe llamarse a emergencias.

Nota: Artículo extracto del libro New Toddler Taming de Christopher Green

viernes, 9 de agosto de 2013

The Day I Stopped Saying 'Hurry Up'

Texto original de: RACHEL MACY STAFFORD
When you're living a distracted life, every minute must be accounted for. You feel like you must be checking something off the list, staring at a screen, or rushing off to the next destination. And no matter how many ways you divide your time and attention, no matter how many duties you try and multi-task, there's never enough time in a day to ever catch up.
That was my life for two frantic years. My thoughts and actions were controlled by electronic notifications, ring tones, and jam-packed agendas. And although every fiber of my inner drill sergeant wanted to be on time to every activity on my overcommitted schedule, I wasn't.
You see, six years ago I was blessed with a laid-back, carefree, stop-and-smell-the roses type of child.
When I needed to be out the door, she was taking her sweet time picking out a purse and a glittery crown.
When I needed to be somewhere five minutes ago, she insisted on buckling her stuffed animal into a car seat.
When I needed to grab a quick lunch at Subway, she'd stop to speak to the elderly woman who looked like her grandma.
When I had 30 minutes to get in a run, she wanted me to stop the stroller and pet every dog we passed.

When I had a full agenda that started at 6:00 a.m., she asked to crack the eggs and stir them ever so gently.

rachel macy stafford 2
My carefree child was a gift to my Type A, task-driven nature --but I didn't see it. Oh no, when you live life distracted, you have tunnel vision -- only looking ahead to what's next on the agenda. And anything that cannot be checked off the list is a waste of time.
Whenever my child caused me to deviate from my master schedule, I thought to myself, "We don't have time for this." Consequently, the two words I most commonly spoke to my little lover of life were: "Hurry up."
I started my sentences with it.
Hurry up, we're gonna be late.
I ended sentences with it.
We're going to miss everything if you don't hurry up.
I started my day with it.
Hurry up and eat your breakfast.
Hurry up and get dressed.
I ended my day with it.
Hurry up and brush your teeth.
Hurry up and get in bed.
And although the words "hurry up" did little if nothing to increase my child's speed, I said them anyway. Maybe even more than the words, "I love you."
The truth hurts, but the truth heals... and brings me closer to the parent I want to be.
Then one fateful day, things changed. We'd just picked my older daughter up from kindergarten and were getting out of the car. Not going fast enough for her liking, my older daughter said to her little sister, "You are so slow." And when she crossed her arms and let out an exasperated sigh, I saw myself -- and it was a gut-wrenching sight.
I was a bully who pushed and pressured and hurried a small child who simply wanted to enjoy life.
My eyes were opened; I saw with clarity the damage my hurried existence was doing to both of my children.
Although my voice trembled, I looked into my small child's eyes and said, "I am so sorry I have been making you hurry. I love that you take your time, and I want to be more like you."
Both my daughters looked equally surprised by my painful admission, but my younger daughter's face held the unmistakable glow of validation and acceptance.
"I promise to be more patient from now on," I said as I hugged my curly-haired child who was now beaming at her mother's newfound promise.
It was pretty easy to banish "hurry up" from my vocabulary. What was not so easy was acquiring the patience to wait on my leisurely child. To help us both, I began giving her a little more time to prepare if we had to go somewhere. And sometimes, even then, we were still late. Those were the times I assured myself that I will be late only for a few years, if that, while she is young.
When my daughter and I took walks or went to the store, I allowed her to set the pace. And when she stopped to admire something, I would push thoughts of my agenda out of my head and simply observe her. I witnessed expressions on her face that I'd never seen before. I studied dimples on her hands and the way her eyes crinkled up when she smiled. I saw the way other people responded to her stopping to take time to talk to them. I saw the way she spotted the interesting bugs and pretty flowers. She was a Noticer, and I quickly learned that The Noticers of the world are rare and beautiful gifts. That's when I finally realized she was a gift to my frenzied soul.
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My promise to slow down was made almost three years ago, at the same time I began myjourney to let go of daily distraction and grasp what matters in life. And living at a slower pace still takes a concerted effort. My younger daughter is my living reminder of why I must keep trying. In fact, the other day, she reminded me once again.

The two of us had taken a bike ride to a sno-cone shack while on vacation. After purchasing a cool treat for my daughter, she sat down at a picnic table delightedly admiring the icy tower she held in her hand.
Suddenly a look of worry came across her face. "Do I have to rush, Mama?"
I could have cried. Perhaps the scars of a hurried life don't ever completely disappear, I thought sadly.
As my child looked up at me waiting to know if she could take her time, I knew I had a choice. I could sit there in sorrow thinking about the number of times I rushed my child through life... or I could celebrate the fact that today I'm trying to do thing differently.
I chose to live in today.
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"You don't have to rush. Just take your time," I said gently. Her whole face instantly brightened and her shoulders relaxed.

And so we sat side-by-side talking about things that ukulele-playing-6-year-olds talk about. There were even moments when we sat in silence just smiling at each other and admiring the sights and sounds around us.
I thought my child was going to eat the whole darn thing -- but when she got to the last bite, she held out a spoonful of ice crystals and sweet juice for me. "I saved the last bite for you, Mama," my daughter said proudly.
As I let the icy goodness quench my thirst, I realized I just got the deal of a lifetime.
I gave my child a little time... and in return, she gave me her last bite and reminded me that things taste sweeter and love comes easier when you stop rushing through life.
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Whether it's ...

Sno-cone eating
Flower picking
Seatbelt buckling
Egg cracking
Seashell finding
Ladybug watching
Sidewalk strolling
I will not say, "We don't have time for this." Because that is basically saying, "We don't have time to live."
Pausing to delight in the simple joys of everyday life is the only way to truly live.

(Trust me, I learned from the world's leading expert on joyful living.)

miércoles, 7 de agosto de 2013

Catálogo IKEA 2014 Y Nuevo Servicio Venta Online

Ya está disponible el nuevo catálogo IKEA en muchos paises....en España tendremos que esperar hasta Septiembre, pero si os apetece ir viendo un avance podeis pinchar en el enlace y acceder al Nuevo Catálogo Ikea 2014 para USA versión en español.

Catálogo IKEA 2014


NUEVO SERVICIO DE VENTA A DISTANCIA: