jueves, 31 de mayo de 2012

Estivill. Entrevista sobre su nuevo libro "Pediatría con sentido común, para padres y madres con sentido común"

¿Por qué decidió especializarse en el sueño?

Cuando tenía 18 años colaboraba con una ONG de niños con parálisis cerebral. Hacíamos campamentos con ellos, y me sensibilicé mucho con estos niños. Cuando estudié medicina quise estudiar la especialidad de neuropediatría para trabajar con estos chavales pero en aqule momento las únicas opciones eran pediatría o neurología. Así que comencé por pediatría y lo combiné con neurofisiología. Estuve de prácticas en París con niños con lesiones cerebrales y, la mejor manera de trabajar con ellos, era mientras dormían. A partir de ahí trabajé en varios hospitales hasta que me fuí a Estados Unidos para trabajar con niños con epilepsia, donde les hacíamos estudios también del sueño...

A pesar de haber escrito numerosos libros, artículos, etc. la gente le conoce por ser el autor del "método" (aunque algunos afirman que no inventó nada nuevo...)
Estamos tratando una parte de la salud de las personas que es la más importante ya que es la acción que realizamos durante más tiempo a lo largo de nuestra vida, que es dormir (si llegamos a los 90 años habremos dormido 30 años y hemos dormido 30 para poder estar 60 despiertos), con lo cual resulta muy importante poder explicar en palabras sencillas los conocimientos científicos que teníamos hasta el momento. Uno de esos puntos de difusión son los libros. No en vano, hemos escrito más de 20 libros con distintas temáticas en torno al sueño. Y algunos de ellos recogían los conocimientos que teníamos hasta el momento sobre el sueño de los niños. Sabíamos, por distintos estudios de cronobiología, y por el asesoramiento de pedagogos, pediatras y psicólogos, que el sueño es un hábito. Por tanto, un hábito es algo que no sabemos hacer y que se puede enseñar. El sueño, al igual que el hambre, es una necesidad del cuerpo, pero a dormir (o a comer) bien, se puede enseñar. Por tanto, lo que hice fue recoger toda la bibliografía publicada hasta el momento (en mucha de la cual yo también había participado) y llegamos al "Duérmete niño". Y, puesto que es algo científico, funciona. Yo no soy un gurú ni un predicador. Mi único mérito ha sido poner en palabras muy fáciles los conocimientos científicos sobre el sueño de los niños. Como, evidentemente, se trata de un problema real que existe y la solución es real y científica, el funcionamiento ha sido extraordinario, dando lugar al nombre "método Estivill", que no lo he dado yo, sino las mamás de forma cariñosa.
Paralelamente, estos conocimientos se han difundido por todo el mundo, pero no solo yo, sino multitud de autores, creando así un boom sobre el hábito de dormir a los niños. De tal manera que esta línea científica es la misma que recomienda la Sociedad Americana de Pediatría, la Academia Americana de Trastornos del Sueño..., es decir, son normas mundiales respaldadas por todo el estamento científico actual. Por otro lado, hacia el año 85, uno de mis compañeros, Richard Ferber, empezó a hacer conmigo estos estudios y también los divulgó.
Internet se ha encargado de recoger las opiniones divergentes, sin embargo, nunca las encontraremos en el mundo científico.

Uno de los argumentos que utilizan quienes le critican es que no hay evidencia científica de que los niños no sufran...
Es totalmente incierto. Sí que hay. Está demostrado que los niños que no duermen bien tienen más problemas de conducta, los que duermen con sus padres tienen más dependencia, los que hacen colecho tienen más riesgo de sufrir problemas de autoestima. Y todo esto está demostrado y publicado. No hay ningún niño traumatizado por pasarse los primeros días de guardería todo el rato llorando. Es más, existen investigaciones muy serias sobre las mamás que están en contra de estas ideas y la mayoría presentan una psicopatología en su forma de ser. Y de hecho, en la vida real, si ves a un niño mal educado, no mires al niño, mira a los padres y encontrarás el problema.

Se dice que a su hija no fue capaz de enseñarle a dormir y que con su nieto no aplicaron el "método"...
Evidentemente. Con mi hija no lo apliqué porque no lo sabía, tenía 27 años. Y mi hija ha tenido problemas con el sueño. En cambio, mis nietos dormían bien desde el primer día porque mi hija aplicaba unas normas.

¿Por qué esa impaciencia para enseñar a los niños? ¿No deberíamos dejar que sean ellos los que aprendan cuando estén preparados? Hay ciertas cosas que se terminan aprendiendo...
No, el que duerme mal de pequeño lo arrastra toda la vida. Es necesario enseñar bien los buenos hábitos desde el primer momento. Todo tiene un origen científico. Yo no opino, solo constato lo que se ha demostrado científicamente.

SU RECIENTE PUBLICACIÓN "PEDAGOGÍA CON SENTIDO COMÚN PARA PADRES Y MADRES CON SENTIDO COMÚN" ¿Por qué se refiere a "padres y madres con sentido común"? ¿Es que hay padres o madres que no lo tengan?
No, en realidad este libro es un homenaje a los padres de hoy en día porque considero que son mejores padres que los de antes. Hoy día todos los padres quieren hacer las cosas bien porque lo que buscan información y saber más. Los conocimientos llevan al sentido común porque las actuaciones tienen por tanto una razón de ser, hay unas explicaciones científicas detrás de ellas. Son padres y madres que quieren saber. Nuestras abuelas y bisabuelas adquirían el sentido común a la fuerza porque con cuatro o cinco hijos se imponía tener unas normas.

Quizá la mayoría de sus seguidores esperaban otro "método". Sin embargo, en la parte más "educativa" del libro se habla de crear momentos ocasionales de frustración. ¿Cómo le demuestras al niño, cómo le convences, de que eso será por su bien futuro?
Para empezar, este libro está escrito 15 años después del "Duérmete Niño", lo que implica que uno tiene otros conocimientos y mayor experiencia y, por tanto, el tono es distinto.
Por otro lado, no es necesario convencer al niño de nada. Volvamos a la base de que todo son técnicas pedagógicas y de que yo no he inventado nada. Nosotros seguimos la línea conductual, iniciada por Skinner, que consideramos que es más beneficiosa para que el niño (y el adulto) puedan conseguir sus objetivos.
Se trata de que el niño no pueda obtener inmediatamente todo lo que quiera porque entonces tendrá la sensación de que nada cuesta. Y esta sensación de que nada cuesta no es la que se van a encontrar en la vida real. A un niño le hacemos más seguro de sí mismo enseñándole que no se puede conseguir todo cuando él lo quiere. Si a un niño no se le contraria y se le da y deja hacer todo lo que quiera, en el futuro será un niño inseguro y problemático. Es necesario tener unas normas para actuar.
Actualmente, creo que la crisis ayudará a educar mejor a los niños porque no podremos darles todo. Les enseñaremos a racionar y a escoger.

¿Cómo conseguir eso con tu hijo de manera individual si todos los de alrededor lo tienen?
El niño es inteligente, por tanto, lo primero que te dirá es que todos los demás lo tienen. Tú le tienes que decir, "no pasa nada tú no". Él dirá "Entonces seré diferente", y tú le dirás "perfecto, serás diferente, no pasa nada". Y no hay ningún adulto frustrado por no haber tenido los mismos zapatos que su amigo más rico. Puedes tener añoranza, pero no trauma. El problema es que hoy día se tiene miedo a traumatizar a los niños, pero los traumas no llegan solos sino cuando los demás se lo transmitimos a los niños. Y esto lo explicamos muy bien en el "Duérmete niño". El niño tiene las sensaciones que los adultos o las situaciones que le rodean se lo transmiten.
Si un niño pide algo y no se lo damos, debemos compensar con algo afectivo esa negativa. Por ejemplo, "bien, tú no tienes el móvil como tu amigo, pero sin embargo tu papá juega contigo todas las tardes y el papá de tu amigo no lo hace".

No veo fácil educar en la frustración a la vez que potenciamos su autoestima...
Lo que hay que transmitir al niño es el valor de que lo que quiera le cuesta. Porque si no le cuesta un esfuerzo él no entenderá que hay que luchar por las cosas. Y, cuando el día de mañana, se encuentre con un no en la vida real, entonces vendrán los problemas.
Sin embargo, si vemos que el niño hace un esfuerzo, que le cuesta hacer algo y que lo sigue intentando, debemos reforzarle que lo está haciendo muy bien y que estamos contentos y orgullosos. Diferente es si lo hace bien y muy rápido porque no le cuesta ningún esfuerzo. Entonces no debemos decirle muy bien, sino intentar que haga un esfuerzo mayor.

Sin embargo, sí es importante castigar, ¿o usted es anti castigo?
El niño tiene que tener un camino marcado. Un camino con un límite en ambos lados. Sin embargo, si es un camino muy estrecho el niño se lo saltará continuamente (un papá muy rígido no consigue educar bien a su hijo). Pero el camino tampoco puede ser sin límites ni divergente porque entonces el niño no sabrá dónde está la finalidad. Así que cuando se saltan esos límites, al rincón de pensar. Y el rincón de pensar es lo mismo que antiguamente la zapatilla, porque evidentemente se considera que la agresividad no es necesaria. Para el niño ya es importante que mamá o papá se pongan serios y lo manden al rincón de pensar. La agresividad como castigo se ha demostrado que no es mejor que el límite bien puesto y bien marcado.

Afirman que los años más importantes en el desarrollo del niño es hasta las cinco años. ¿Qué hacer entonces si por las circunstancias que sea una madre o un padre no han podido hacerse cargo como hubieran querido de su hijo en ese periodo?
No hay que desesperar. Las rutinas, los hábitos se pueden enseñar en cualquier momento. Aunque evidentemente, cuanto mayor sea el niño, más costará cambiar el hábito y será necesaria su participación para modificar su conducta. Si entramos en el terreno del carácter, debemos asumir también que modificar la conducta de un niño inquieto, por ejemplo, costará más paciencia y dedicación por parte del educador y al niño en sí le costará más, pero aprenderá igual. Cualquier niño, independientemente de su carácter, puede ser un niño muy bien educado. Por eso, no es cuestión de decir qué suerte ha tenido fulanito con su hijo. La suerte la tiene su hijo por cómo lo han educado. Esto no es una lotería. El mérito de los niños bien educados lo tienen los padres.

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