Después de un invierno seco y una primavera lluviosa, por fin el tiempo nos da una tregua y febo se ha colocado en lo más alto, brindándonos un cielo espléndido y unos días maravillosos que invitan a disfrutar en el parque con mi bebé.
Para aprovechar el día al aire libre, he comenzado a preparar al peque. Le he puesto crema protectora para bebés factor 50, le he comprado un gorro que le cubre tanto la cara como la nuca y las orejas (imprescindible proteger estas zonas), y he caído en la cuenta de que sus ojos no están lo suficientemente protegidos.
Buscando información en la web, he venido a saber lo siguiente, y quisiera compartirlo con todos vosotr@s:
Los ojos de los bebés son más sensibles que los de los adultos a la radiación ultravioleta, por tanto deben usar gafas de sol para prevenir futuros problemas oculares. El cristalino de los bebés, que ejerce de filtro, al no estar desarrollado por completo y, antes del primer año de vida, deja pasar el 90 por ciento de la radiación UVA y el 50 por ciento de la UVB, llegando directamente a la retina. Antes de los 12, el 60% de los UVA y el 25 % de los UVB. Pasados los 25, la cantidad de rayos que recibe la retina disminuye y los frena el cristalino.
Estos rayos, pueden provocar quemaduras solares, alteraciones agudas de la córnea, lesiones degenerativas y quemaduras agudas en la retina, así como patologías más severas como cataratas, que es la primera causa de ceguera reversible, y degeneración macular asociada a la edad.
La radiación recibida durante los primeros cinco años de vida es muy importante para el futuro de la salud ocular de los pequeños, y está en relación a determinadas enfermedades de los ojos.
Es a partir de los seis meses de edad que se recomienda el uso de gafas de sol. Aunque parezca extraño, los seis meses es un buen momento para que el bebé comience a usar gafas de sol, además del protector solar, un sombrero y otras prendas que le protejan del sol. Debemos recordar que los bebés no deben exponerse nunca directamente al sol. Al igual que la piel, los ojos también tienen memoria.
Aún con gafas de sol, hay que señalar que los niños nunca deben mirar directamente al sol y evitar, en la medida de lo posible, la exposición entre las doce del mediodía y las cuatro de la tarde.
Pautas para la elección y uso de gafas de sol
Proteger a los pequeños con gafas de sol homologadas, con los filtros adecuados. Hemos de escoger unas gafas homologadas para evitar daños en la visión de los pequeños. No compraremos gafas de sol de juguete o que no cumplan estrictamente con la reglamentación de la Comisión Europea (sello CE) o de los distintos países.
En una piscina o en la playa llevar gafas de sol.
Elegir modelos para bebés y niños pequeños con forma anatómica y correas que les sean cómodas y les permitan jugar tranquilamente sin sentirlas.
Las lentes que filtran de un 99 a un 100 por ciento de los rayos UVA y UVB del sol pueden ayudar a reducir el riesgo de sufrir cataratas. Busca lentes que especifiquen en la etiqueta que "filtran el 99 por ciento" o "filtran el 100 por ciento" de la radiación ultravioleta del sol. De otra manera, ni los compres.
Las lentes de las gafas de sol del niño tienen que ser de buena calidad y tener la marca CE. A la hora de comprar las gafas, es preciso acudir a una óptica o farmacia, para asegurarse de que los cristales no se han “tintado”, sino que garantizan una protección adecuada contra los rayos UVA y UVB.
En el caso de los niños con defectos visuales que lleva gafas correctoras, una solución práctica puede ser elegir unas gafas con lentes fotocromáticas, es decir, especialmente graduadas para corregir el defecto y que se oscurecen cuando se exponen al sol, adaptándose a la luminosidad ambiental.
En el caso de los niños con defectos visuales que lleva gafas correctoras, una solución práctica puede ser elegir unas gafas con lentes fotocromáticas, es decir, especialmente graduadas para corregir el defecto y que se oscurecen cuando se exponen al sol, adaptándose a la luminosidad ambiental.
Lo ideal es que las gafas de su hijo estén hechas de policarbonato, un material sintético a prueba de golpes. La montura de las gafas deberá ser de goma o de celuloide, para evitar que el bebé se pueda hacer daño jugando o en caso de golpe.
Es frecuente que las gafas se deslicen hacia abajo, al tener los niños la nariz pequeñita. Existen modelos de gafas de pasta que incluyen puentes invertidos o anatómicos que se adaptan a las pequeñas narices. Hay que probar las gafas al niño para cerciorarse de que entre el puente y la nariz no queda espacio, porque de otro modo es más fácil que se deslice.
Algunos modelos incluyen terminales ajustables (la parte de la patilla que queda detrás de la oreja) y varillas flexibles hacia el exterior para que no aprieten y se ajusten mejor a la cabeza del niño. Las varillas flexibles, además, conllevan menor peligro de rotura.
Hay gafas que incorporan una goma ancha que une las patillas por la parte de atrás de la cabeza. Estas gafas serían ideales para la práctica de deporte, pero en general no es necesario que lleven dicha goma, pues no se les caen tan fácilmente si les ajustan bien.
El índice de protección 3 (fuerte) es el recomendado para niños, ya que absorbe gran parte de luz con sus lentes oscuras. La Norma Europea sobre gafas de sol (UNE) establece una clasificación de los filtros solares en cinco categorías, determinando para cada una de ellas la absorción que deben proporcionar los filtros. Las categorías de 0, 1, 2 serían demasiado suaves, ya que permiten pasar demasiada luz para los ojos sensibles de los niños.
Dentro de los modelos que consideramos más adecuados siguiendo los consejos anteriores, podemos dejar al niño que escoja las gafas que más le gusten. Así tal vez lograremos que se las pongan con más ganas.
Como última recomendación: Dada la fragilidad de los ojos, debemos siempre evitar las gafas baratas, porque aunque tengan cristal oscuro y reduzcan la claridad, no protegen contra los rayos nocivos del sol. Hay modelos adaptados a los ojos y a la morfología de los niños a precios asequibles.
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